El acero está en todas partes, desde grandes edificios o plataformas petroleras hasta pequeños utensilios de cocina. Es el material que ha impulsado el desarrollo de la humanidad desde la Revolución Industrial, al ser protagonista en la producción de maquinaria, en automóviles, en la construcción… y todavía hoy abandera las industrias punteras y la innovación. Y esa elevada demanda es la que fundamenta la necesidad de reciclado del acero, ya que si toda proviniera de la extracción el impacto medioambiental sería muy elevado.

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El acero: uno de los metales más reciclados

El acero es 100% reciclable, es decir, que tras el proceso de reciclado se obtiene el mismo material con la misma calidad, una y otra vez. De esta forma, una viga de acero puede reciclarse para fabricar exactamente la misma viga, o la carrocería de un automóvil, o la baranda de una acera. Esto hace que los productos fabricados mayoritariamente con acero sean tan duraderos además de tan reutilizables.

Al ser la mayor parte de aceros magnéticos, por su composición (hierro, níquel…) y su estructura molecular, estos metales son muy fáciles de reciclar. 

Debemos tener presente que en el proceso del reciclaje se usan imanes para separar los materiales, por lo que cuanto mayor sea el magnetismo inherente de un metal, más cantidad y más veces se puede reciclar y mayor es la conservación de sus propiedades. De hecho, un producto de acero nuevo, sea una lata, un tenedor, la estructura del asiento de un coche o un puente, contiene más de un 35% de acero reciclado.