La ductilidad es una de las propiedades mecánicas de la materia, común en las aleaciones metálicas o materiales asfálticos, que consiste en la capacidad de deformarse plásticamente sin romperse, cuando se hallan bajo acción de una fuerza sostenida de alargamiento, formando así hilos o alambres del mismo material. Es decir, cuando se estiran desde dos extremos opuestos, forman hilos del material en vez de romperse.

A los materiales que presentan esta propiedad se les conoce como dúctiles, y comúnmente se califican como contrarios de los frágiles, pues a diferencia de estos últimos su rotura ocurre sólo después de soportar grandes deformaciones. La etapa en que el material dúctil se estira y alarga antes de romperse se denomina fase de fluencia; una vez superado este punto, las deformaciones son irreversibles y permanentes.

Los materiales dúctiles son muy empleados en la industria de los materiales, ya que de ellos pueden obtenerse hilos, alambres y otras presentaciones. Además, se trata de materiales resilientes, elásticos, cuyas partículas poseen facilidad para deslizarse unas por encima de otras.

Algunos ejemplos de materiales dúctiles son:

  • El bronce
  • El latón
  • El acero
  • El oro
  • El hierro
  • La plata
  • El cobre
  • El platino
  • El plomo
  • El aluminio

Ductilidad y maleabilidad

Así como existe la ductilidad en la mayoría de los metales, también es común en este tipo de materiales la maleabilidad. Esta otra propiedad mecánica consiste en la capacidad para ser laminados sin romperse, es decir, para ser moldeados en láminas delgadas, a través de procedimientos de compresión.

Semejante procedimiento es de suma importancia en la industria siderúrgica, dado que en láminas es mucho más fácil transportar y almacenar determinados materiales.

Los materiales maleables, a diferencia de los dúctiles, no forman hilos al estirarse, aunque un mismo material puede ser dúctil y maleable a la vez. Son casos de materiales maleables: el oro, el aluminio, la plata, el cobre, el platino y el hierro.